La misión a que está consagrada la Congregación es la práctica de la caridad redentora, ejerciendo todas las obras de misericordia espirituales y corporales en la persona de los pobres, sirviéndoles en cuantas obras puedan redundar en favor de la humanidad pobre y necesitada[i], según el lema del Padre Zegrí: Todo para bien de la humanidad, en Dios, por Dios y para Dios. Siguiendo el ideal de nuestro Fundador, debemos, desde el amor y con sentido de justicia, aspirar a: curar todas las llagas, remediar todos los males, calmar todos los pesares, desterrar todas las necesidades, enjugar todas las lágrimas, no dejar, si posible fuera, en todo el mundo, un solo ser abandonado, afligido, desamparado, sin educación religiosa y sin recursos. (Constituciones de la Congregación, 4). En la jornada mundial de los pobres, se nos pide a comprometernos más con nuestra misión